En apoyo al Arzobispo Carlo Maria Viganò
15/10/18
5:58 PM
por RORATE CÆLI
Artículo
de Opinión de Una Estudiante Jesuita de la Universidad de Fordham
· La
Infiltración a la Iglesia por los “comunistas”: plan de la masonería judaica
(Apoc.13,11).
· Pervertir
a los Pastores y atacar su Doctrina y Tesoros de la Fe para que pierda
autoridad Moral la Iglesia.
· Demolición
de la Iglesia: finalidad de los rabinos de la Sinagoga de Satanás con sus “Prioratos” y su “movimiento sionista” con los antipapas Benedicto XVI y Francisco.
· Alcances:
hacer del Mundo unas gigantescas Sodoma y Gomorra; sentar al Devastador
Anticristo Maitreya en la Silla de Pedro y “robotizar a la humanidad,
imponiendo a todos la Marca de su nombre, el Microchip RFID”; fundar el Nuevo
Orden Mundial y su iglesia infernal ecuménica. Lobby gay vaticano crecido en toda la Iglesia.
El perverso cardenal Godfried Dannel's, con casulla gay, Jefe de la Mafia Cardenalicia que llevó a Bergoglio a la Silla de Pedro y líder del Grupo que "Francisco" escogió de 8 cardenales para gobernar a la Iglesia: la Cúpula Vaticana en manos de Satanás.
En agosto,
el arzobispo Carlo Maria Viganò, ex-nuncio papal, publicó una
reveladora carta detallando cómo es que el papa Francisco estaba al tanto del
terrible abuso clerical de parte del ex-cardenal McCarrick. Esta carta mordaz
divulgó que el papa Francisco no solo había levantado las sanciones que el papa
Benedicto XVI había impuesto sobre el depredador sexual, sino que lo protegió
incluso haciendo de McCarrick su “confiable
asesor.” Si bien muchos han desacreditado la carta de 11
páginas como una táctica de la extrema derecha para
oponerse al Papa jesuita, este reporte es sin dudas preocupante, especialmente
dado que el Vaticano se ha mantenido en silencio y no ha negado ni enfrentado
estas denuncias. Esto ha provocado que muchos exijan respuestas de parte del pontífice,
quien en cambio lo evade con
el “silencio y la oración” en estos tiempos turbulentos.
Sin embargo,
a pesar del peligro potencial, muchos prelados defendieron valientemente las
declaraciones de Viganò. Por ejemplo, el cardenal Raymond Burke dijo que
“las declaraciones de un prelado con la autoridad del Arzobispo Carlo Maria
Viganò deben ser tomadas muy en serio por los responsables en la Iglesia.”
Burke continuó hablando de la validez de los llamados a la renuncia del Papa en
caso de que estas acusaciones resultaran ser ciertas. En forma parecida,
monseñor Jean-Francois Lantheaume también habló sobre
la veracidad de estas afirmaciones y cuestionó que Francisco permaneciera
taciturno tras estas severas acusaciones, equiparando su silencio con el
encubrimiento. Además, Viganò quebró su silencio recientemente y dobló la
apuesta de su carta original, afirmando que su testimonio
fue publicado “durante un crescendo de noticias continuas de terribles
acontecimientos, con miles de víctimas inocentes destruidas y las vocaciones y
vidas de jóvenes sacerdotes y religiosos perturbadas,” y asegura ante Dios que
es verdad. Viganò, quien según se reporta activó
una estrategia por si llegara a morir, señaló el hecho de que ni el Papa ni
ningún cardenal de Roma negaron su testimonio, y acusó al papa Francisco de
difamación e hipocresía.
Otros, como
el cardenal Blaise Cupich de Chicago, rechazaron la carta y fueron en defensa
del Santo Padre. En una entrevista de septiembre, Cupich sugirió
impúdicamente que la iglesia no debía adentrarse en
la “madriguera” del tema de los abusos sexuales, y que en su lugar debiera
enfocarse en temas más importantes como el “medioambiente” y la “protección de
inmigrantes”. Este desgraciado cardenal, conocido promotor de la agenda
heterodoxa pro-LGBT, está actualmente en medio de una crisis propia, debido a
que removió recientemente a un sacerdote de su arquidiócesis por quemar una
bandera del ‘orgullo’ gay (no olvidemos que el
orgullo es el más grave de los pecados mortales). Dicho sacerdote, el padre
Kalchik, fue víctima de abuso clerical durante su adolescencia, y desde
entonces ha sido obligado a esconderse “por temor a que el cardenal Cupich lo
expulsara por la fuerza”, según le
contó a la agencia independiente de noticias
católicas Church Militant en una reciente entrevista. Cupich repitió los
sentimientos del Papa, que esta crisis tiene poco que ver con la homosexualidad
y es en cambio producto del “clericalismo”, y también fue nombrado en la carta
de Viganò como involucrado directamente en el despreciable encubrimiento de la
corrupción homosexual de la Iglesia Católica.
(Estaría siendo descuidada si
dejara de mencionar que mientras el arzobispo Viganò y el padre Kalchik están
viviendo con miedo por el enojo del Vaticano alhaber expuesto posibles herejías
dentro de la jerarquía de la Iglesia, el desgraciado cardenal McCarrick fue
sentenciado a una vida bastante pacífica de oración y penitencia en un
monasterio de Kansas, no muy lejos de una escuela primaria.)
De igual
manera, el cardenal Donald Wuerl, arzobispo de Washington DC, negó repetidas
veces tener conocimiento de los años de acusaciones por la conducta sexual de
McCarrick, su predecesor. Sin embargo, surgieron nuevas
revelaciones del Washington Post que podrían poner
esto en duda, en cuanto a que Wuerl se encontraba entre los nombrados en un
acuerdo legal por abuso de 2005 que incluía alegatos contra el acoso de
McCarrick. El padre Patrick Ciolek fue uno de los muchos seminaristas abusados
por McCarrick y afirmó que es “inconcebible” que la diócesis haya fallado en
notificar a Wuerl, quien en aquel entonces era obispo de Pittsburgh, donde se
encontraba Ciolek. En su carta original, Viganò desmintió la ignorancia de
Wuerl, y dijo que, como sucesor de McCarrick, debió ser “el primero en ser
informado” sobre el abuso. Ahora, el llamado a la renuncia de Wuerl es más
fuerte que nunca, con el episcopado hundido en una controversia y que ha ido al
Vaticano debido a las acusaciones surgidas.
Asimismo,
otros prelados de los Estados Unidos también fueron mencionados por Viganò,
incluyendo el cardenal O’Malley de Boston y el cardenal Tobin de Newark, cosa
que estimuló a que muchos teólogos y líderes solicitaran a la conferencia
episcopal norteamericana que sigan el ejemplo de los hermanos chilenos y
renuncien en masa. Es necesario que la Iglesia sea purgada de su clero aquí en
los Estados Unidos, y como afirmó la
carta, “Solo entonces podría comenzar el doloroso trabajo de sanación.” Para
que la Iglesia Católica se levante de las cenizas de su peor escándalo en
tiempos modernos, debe ocurrir una renuncia en masa de inmediato. Y solo
después debiera seguirlos el papa Francisco. El rating de aprobación del Papa
se está desplomando, y cuando más tiempo permanezca en silencio, más se lo
cuestionará el mundo y terminará pensando en la validez del valiente testimonio
de Viganò. Sí, esto no tendría precedentes, pero tampoco lo tienen las
acusaciones, y la única forma verdadera para sentirnos en paz con el liderazgo
de la Santa Sede es si todos los involucrados en estos crímenes son exorcizados.
Yendo hacia
adelante, el punto crucial del punto anterior es claro, y todos los
involucrados directamente o en el encubrimiento deben ser purgados de
inmediato. Precisamente, la poderosa subcultura homosexual dentro de la Iglesia
debe ser drenada, tal como lo afirmó el
padre Dominic Legge, “el principal problema persistente es con la
homosexualidad activa de los sacerdotes.” La Dra. Alice von Hildebrand—esposa
del ex-profesor de Fordham, Dietrich von Hildebrand—quien mantiene una
relación cercana con la universidad de Fordham al haber sido ella tanto
estudiante como profesora, contó a
Church Militant en una entrevista de 2016, “Stalin, tras
haber alcanzado el poder, ordenó a sus secuaces que invadieran los seminarios
católicos… con jóvenes que no tuvieran ni fe ni moral. Entonces… los casos
ideales: homosexuales.” Bella Dodd, una agente del Partido Comunista Americano
entre 1927-1949, quien fue amiga cercana de los von Hildebrands después de
haberse convertido al catolicismo bajo la dirección del arzobispo Fulton Sheen,
relató cómo reclutó, bajo las órdenes de Stalin, a
unos 1.200 jóvenes para infiltrar la Iglesia. Otros, tales como el padre
David Marsden, también han notado esta presencia verdaderamente preocupante,
hablando del seminario como “una cloaca de
teología liberal y heterodoxia.”
Para poder
combatir esta cuestión, no debemos ser cómplices. Se promueve que los fieles
retengan toda donación a la conferencia episcopal norteamericana hasta que los
obispos se hagan responsables de sus faltas, no sea que continuemos
permitiéndoles conducir almas al infierno. Además, en la reunión anual de esa
conferencia episcopal — que se llevará a cabo entre el 12 y el 15 de noviembre
en Baltimore, Maryland — habrá manifestantes organizando la campaña El Silencio
Se Termina Ahora para exigir que se termine este
silencio ensordecedor, la renuncia de los involucrados de cualquier forma en el
encubrimiento, así como una investigación y denuncia de toda actividad
criminal.
Finalmente,
y más importante para mis compañeros en la institución jesuita, debemos estar
al tanto de estas graves acusaciones y no debemos desecharlas porque aquellos
en posiciones de autoridad nos quieren hacer creer que son falsas. Los von
Hildebrands, quienes hablaron con la corrupción, y muchos de los mencionados en
la carta tienen vínculo cercano con la universidad de Fordham en particular,
incluyendo el mismo McCarrick quien alguna vez fue uno de los ex-alumnos más
reverenciados de la institución. Más aún, Carlo Maria Viganò habló en
2014 en un evento promoviendo la educación católica, en el cual se encontraba
la dirección de Fordham. Por último, el padre Martin, el más abierto promotor
de la normalización de la homosexualidad en la Iglesia Católica, y que muchos
creen está conduciendo almas al infierno, es sin embargo un invitado frecuente
en reuniones de estudiantes jesuitas, no porta la antorcha de San Ignacio, sino
al contrario, como dijo tan claramente Viganò, “elige corromper a los jóvenes y
es solo el más reciente y triste ejemplo de esa ala desviada de la Compañía de
Jesús.”
El papa Francisco no es inmune al
pecado simplemente por la naturaleza de su posición, o por ser un jesuita.
Debiera haber tolerancia cero en casos de evidencia corroborada de esta
magnitud, y si bien él es el juez último, Viganò está en lo cierto: “el Papa
Francisco debe ser el primero en dar un buen ejemplo a los cardenales y obispos
que ocultaron los abusos de McCarrick y renunciar junto con todos ellos.”
En estos tiempos difíciles en la
única Iglesia que puede rastrearse hasta Jesucristo, y la institución más
antigua en la historia del mundo, debemos estar vigilantes, y no sucumbir ante
la hipocresía de los poderosos. Agradecemos a Viganò por su coraje al
publicar estas verdades y oramos por su seguridad y para la sanación de la
Única Iglesia Santa y Apostólica, Sin embargo, permanecemos fieles y optimistas
porque, en las palabras proféticas de Hilaire Belloc, “La Iglesia Católica es
una institución que estoy obligado a tener por divina, pero para los
escépticos, una prueba de su divinidad puede encontrarse en el hecho de que
ninguna institución meramente humana dirigida con tan artera imbecilidad habría
durado un par de semanas.”
Olivia Ingrassia,
estudiante de la Universidad de Fordham
(Traducido por Marilina Manteiga. Artículo original)
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